Los efectos de la radiación en las personas
El ser humano también está expuesto a cantidades variables de radiación de fuentes artificiales, lo que incluye desde las exposiciones a radiación por estudios médicos como radiografías, tomografías o mamografías hasta las consecuencias de los ensayos atmosféricos de armas nucleares.
Sin embargo, de acuerdo al Comité científico de las Naciones Unidas que estudia los efectos de las radiaciones atómicas (UNSCEAR), el 85% del total de la dosis anual de radiación que recibe un ser humano proviene de fuentes naturales, y de ese porcentaje, la mitad procede de los productos de decaimiento del radón dentro de lugares cerrados, como las viviendas.
Solo el gas radón aporta 1,3 milisievert (mSv) de los 2,4 mSv de la dosis efectiva anual que recibe en promedio una persona de la totalidad de las fuentes naturales de radiaciones ionizantes. Un milisievert (mSv) es la milésima parte de 1 sievert, que es la unidad de dosis de radiación absorbida por una persona. Los alimentos aportan un promedio de 0,29 mSv anuales (por ejemplo, comer una banana por día suma 0,036 mSv por año), los rayos cósmicos 0,39 mSv y el suelo 0,48 mSv.
Un milisievert (mSv) es la milésima parte de 1 sievert, que es la unidad de dosis de radiación absorbida por una persona.
Se habla de dosis promedio porque es mayor en cercanía de yacimientos de materiales radiactivos. Además, a mayor altura se recibe más radiación cósmica. Por ejemplo, en Ciudad de México, que está a 2.240 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), el promedio es de 1 mSv por año. Mientras tanto, los viajeros que toman vuelos transoceánicos con frecuencia o la tripulación de los aviones reciben una dosis anual más alta debido a su mayor exposición a los rayos cósmicos. En un vuelo a Roma, por ejemplo, se reciben 0,0374 mSv de radiación.
Del 15% de la radiación originada en fuentes artificiales, el 14% corresponde a la utilizada con fines médicos, con la que se suma un promedio de 0,6 mSv al año. Una radiografía de tórax aporta 0,2 mSv. Menos del 1% del total proviene de otras fuentes artificiales, como la precipitación radiactiva generada por ensayos nucleares, la exposición ocupacional y las emisiones de la industria nuclear.
En la Argentina, el límite máximo de dosis efectiva admitida por radiación artificial para el público es de 1 mSv al año. Para los trabajadores del sector nuclear es de 20 mSv anuales promediados en 5 años consecutivos (100 mSv en 5 años), no pudiendo excederse los 50 mSv en ninguno de los años individuales. Para los que trabajan con medicina nuclear, el límite es de 6 mSv anuales.
No hay evidencia de que un ser humano expuesto a menos de 100 mSv al año pueda sufrir los efectos negativos de la radiación. A bajas dosis, estos efectos son probabilísticos y se llaman “estocásticos”. Cuanta más dosis se reciba mayor es la probabilidad de desarrollar algún tipo de enfermedad, como el cáncer. Pasado el umbral de 1 sievert o 1.000 mSv, los efectos son llamados “determinísticos”. Uno de los primeros que se pueden identificar es la disminución de los linfocitos, glóbulos rojos y plaquetas en la sangre. A mayores dosis, también aparecen quemaduras por radiación.