Tratamientos en cuarentena: un trabajo en red que garantiza atención a miles de personas
Trabajo articulado entre SEDRONAR y organizaciones sociales y eclesiales para mantener en funcionamiento los dispositivos de atención y tratamiento durante el periodo de aislamiento social, preventivo y obligatorio.
No interrumpir los vínculos terapéuticos ni la prestación de servicios esenciales a poblaciones vulnerables durante la cuarentena, es un desafío que lleva adelante la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SEDRONAR) en red con las organizaciones eclesiásticas y sociales para mantener en funcionamiento las comunidades donde se alojan casi 4.000 personas, garantizar la provisión de medicamentos prescriptos bajo tratamiento y, además, brindar la posibilidad de recibir atención remota y hasta de asistencia alimentaria.
Débora Castillo (36) es una de las 20 mujeres alojadas en la Casa Mamá Antula, en Isidro Casanova, una casa comunitaria con residencia que coordina el Hogar el Buen Samaritano, del padre Bachi, junto a otras cuatro casas de varones. A mediados de marzo estaba por realizar su primera salida después de tres meses y medio de tratamiento. La esperaban en Río Grande su mamá y dos hijas, de 7 y 12 años, con quienes aún planea reunirse cuando pase la cuarentena.
“El aislamiento nos agarró a todos desprevenidos más allá de que se actuó rápido, pero lo importante ahora es darnos cuenta que no somos solo nosotros y que hoy más que nunca lo que cuenta es la contención y ponerse en el lugar del otro”, opina Débora que ahora saca lustre a la calma y estira los plazos de sus planes para ver a la familia en el sur del país primero, y volver a retomar su proceso de recuperación después.
De contención Debora aprendió mucho en la Casa Mamá Antula, donde cuentan durante la cuarentena con acompañantes terapéuticos todos los días las 24 horas. “Es un proceso difícil, empezamos dejando el consumo y seguimos procesando el dolor, sin anestesia. Hay ansiedad y se extraña. Pero el amor es muy importante, saber que no estamos solos”, dice antes de contar que está haciendo el curso de Acompañante Terapéutico y que es una de las cuatro personas que todos los días cocina para el servicio de viandas que el Hogar está ofreciendo al barrio.
Entre los cocineros y los tres ayudantes, se arreglan para dar unas 250 viandas por día. “Acá cumplimos con la higiene, desinfectamos cada dos horas las superficies, los picaportes, los pisos, los vidrios y los baños. Y también limpiamos los tupper que trae la gente para llevar su comida”, explica Débora algunas de las normas que forman parte de la Guía con Recomendaciones oficiales para el cumplimiento del aislamiento social preventivo obligatorio en Comunidades Terapéuticas, Casas con Convivencia y Casas de Acompañamiento.
En la Casa San Miguel, en Casanova, una de las cinco casas que también coordina el padre Bachi junto a un equipo total de 35 personas, están alojados 60 varones, entre jóvenes y adultos. Agustín Carrizo (21) vive desde hace 3 meses allí, donde transita la segunda etapa de su tratamiento, de vinculación familiar. “En febrero empecé con dos salidas semanales, tuve la posibilidad de visitar a mi papá y a mi abuela que viven en Villa Luzuriaga. Pero con la cuarentena tuve que entender que si iba a mi casa los exponía, sobre todo a mi abuela que tiene 80 años y diabetes. Ahora hay que saber cuidarse para ayudar a los demás”.
Darse cuenta y asumir los cuidados es un tema que hoy desvela a Agustín. Cuando termine su última etapa de tratamiento, quiere estudiar. Pero ahora, dice, “lo que necesitamos es tomar conciencia de la enfermedad. A mí me ayuda a tomar conciencia del coronavirus y del consumo; de los cuidados que se necesitan para ambas cosas, y dar una mano a los chicos que atraviesan por esta problemática. Ah, y también tener mucha pero mucha fe”.
Y aunque extraña, como todos, Agustín encuentra en la situación de aislamiento, una oportunidad “para los que pueden hacer cuarentena en su casa”. A ellos, les deja un consejo: “Disfruten de los pequeños momentos con sus seres queridos, aprovechen el tiempo para aprender algo nuevo, para leer o simplemente para escuchar y conocer mejor a los que se tiene al lado”.
Un hogar especial
Alrededor de 1400 personas se encuentran alojadas en comunidades terapéuticas, y otras 2500 personas realizan tratamientos en casas comunitarias con convivencia de organizaciones sociales y eclesiásticas que integran la red federal de dispositivos junto a SEDRONAR y municipios.
Y son casi 200 las personas que se alojan en Mama Antula, San Miguel, Cura Brochero, Padre Mujica y Nuestra Señora del Buen Viajero, las cinco casas comunitarias que coordina un equipo de personas encabezado por el Padre Bachi desde el Hogar del Buen Samaritano. Un nombre que, como la historia de la parábola bíblica, define un propósito de vida: tender una mano sin esperar algo a cambio.
“Con esa mirada, estamos preparando un hospital de campaña, es decir, un lugar con capacidad para cien personas que no tengan donde vivir, o comer, o estar en este tiempo de cuarentena”, explica Ricardo Romero, el coordinador general de las casas, desde donde trabajan junto a trabajadores sociales y otras organizaciones para asistir a personas en situación de calle.
Línea 141
Para las personas que no necesitan alojamiento, pero que atraviesan alguna situación de consumo, la SEDRONAR reforzó la línea 141 para que siga disponible todos los días durante las 24 horas, brindando orientación y acompañamiento en cualquier punto del país.
Además, se sumó un equipo de psicólogos de apoyo de turno para llamar a las personas que, además de su consulta espontánea a la línea, solicitan un seguimiento posterior y dejan un número para recibir atención remota.
“Se continúa una estrategia diferenciada para los familiares y entornos afectivos que realizan consultas de personas con consumo problemático, con un equipo de apoyo integrado por profesionales para que puedan abordar problemas asociados a las adicciones, como son la abstinencia, la soledad y el encierro, en tiempos de la cuarentena”, sostuvo la titular de la SEDRONAR, Gabriela Torres.
En los primeros días de la cuarentena, la línea 141 recibió consultas sobre la pandemia en sí misma. Y aunque no creció el número de llamados, con el correr de los días cambió el tenor de las consultas que, en su gran mayoría, buscaban orientación y pautas para contención familiar, manejo de situaciones de encierro e información sobre tratamientos. Y, en menor medida, llamados directos de personas que consultaron por preocupaciones relativas a su propio consumo, como el manejo de situaciones vinculadas al deseo de consumir.
Además, la SEDRONAR elaboró para el ministerio de Seguridad una guía de procedimiento para orientar la labor de las fuerzas de seguridad en el caso que se adviertan situaciones de consumo problemático de personas en estado de extrema vulnerabilidad o en situación de calle.