Se realizó la Conferencia "Reducción del Estado o transformación de sus funciones" del dr. Oszlak
En el marco del Ciclo de Conferencias del INAP, Oscar Oszlak expuso ante más de 800 participantes que siguieron su exposición. “La historia reciente muestra la imposibilidad fáctica de reducir el Estado sin consecuencias negativas para las y los ciudadanos” afirmó, y durante poco más de una hora analizó los cuestionamientos de las funciones económicas y sociales del Estado que están presentesen la actualidad en algunos discursos políticos en la región y en nuestro país.
La Secretaria de Gestión y Empleo Público, Dra. Ana Castellani y el Director Institucional del INAP, Mg. Leandro Bottinelli, acompañaron al Dr. Oscar Oszlak durante la disertación que fue transmitida en directo por el canal de YouTube del Instituto Nacional de la Administración Pública. Oszlak, Doctor en Economía y Contador Público por la Universidad de Buenos Aires y Post-Doctor en Ciencia Política por la Universidad Berkeley de California (entre otras titulaciones) contribuyó al debate y a la reflexión sobre el Estado como un actor social insustituible a la hora de propiciar, conducir, regular o impedir que se produzcan impactos negativos sobre el complejo entramado democrático de nuestro país.
A continuación, compartimos algunas ideas que nos dejó Oscar Oszlak en esta conferencia:
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La historia reciente muestra la imposibilidad fáctica de reducir el Estado sin consecuencias negativas para las y los ciudadanos. Durante el menemismo, por ejemplo, se produjo una fuga del empleo público desde lo nacional hacia lo provincial y se privatizaron empresas, pero esto no redujo en absoluto el gasto, sino que estableció nuevas funciones y perfiles (entes, comisiones, organismos, instituciones de orden jurídico). La reforma constitucional de 1994 redujo a la tercera parte la dotación de personal, pero triplicó las subsecretarías.
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La eliminación de la presencia del Estado y/o la ineficacia de las regulaciones condujo a que en la década de 1990 las tarifas de los servicios públicos privatizados se fijaran en dólares con el consiguiente aumento real.
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Las empresas públicas que el neoliberalismo de la década de 1990 pasó a manos privadas hoy tienen una impronta diferente, de afianzamiento social y apropiación colectiva. Hay que analizar con seriedad y mirada crítica toda perspectiva que implique su desguace, jibarización o eliminación para ofrecer modelos alternativos deseables y viables.
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En nuestro país, la dotación de personal en los gobiernos subnacionales es varias veces superior a la del Estado nacional. Argentina se asemeja en este aspecto a países avanzados como Estado Unidos o Canadá en los que las burocracias subnacionales son abultadas. Las provincias y municipios se transformaron en importantes empleadores. De los tres millones y medio de empleados de los Estados de Argentina en sus tres niveles (nacional, provincial-CABA y municipal), menos del 20% corresponden al Estado nacional.
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Argentina invierte en la actualidad una quinta parte de lo que invierten otros Estados como Israel en investigación y ciencia; por eso no parece una política razonable la eliminación del CONICET como una estrategia de reducción de las dimensiones del Estado.
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El sistema de vouchers aplicado a la educación es posible y viable como lo son las jubilaciones o cárceles privadas. Sin embargo, el éxito de estos modelos no está para nada demostrado e, incluso, varios estudios identifican resultados perjudiciales para sectores medios y grupos sociales de estudiantes desfavorecidos. En la actualidad constituye una modalidad marginal de financiamiento de la educación a nivel internacional.
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Apelar a ejemplos externos (como los Estados Unidos, Chile, Israel o Taiwán) para justificar el recorte estatal es una falacia. EEUU, el país del libre mercado, tiene una alta injerencia estatal en la economía, con más de 12 millones de empleados sólo en el nivel de la Nación, sin contar los estados, ciudades ni condados. Alrededor de 24 millones de personas en total trabajan directa e indirectamente en lo público, aunque lo hagan de maneras veladas para el electorado (el 15% de las y los norteamericanos viven de los salarios que aquí se consideran “recortables”). El gobierno de EEUU es sofisticadamente intervencionista.
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Los cambios de base en las estructuras organizativas del Estado son mucho menos frecuentes de lo que se cree, aunque las primeras medidas de las fuerzas político-partidarias que asumen su dirección apunten o hagan campaña sobre esto. Diseñar nuevos organigramas sin una transición ordenada implica el acomodamiento más que la supresión y allí se evidencian los criterios de clientelismo y flexibilización laboral por sobre los saberes cualitativos o para el bien común.
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La pregunta que resulta pertinente en el momento actual es qué Estado más que cuánto Estado. El mayor problema no es la hipertrofia del Estado sino su deformidad. Un análisis detenido constata el síndrome sobra-falta: en algunos organismos sobra personal -en su mayoría de baja calificación-; en otros, falta -en muchos casos de alta calificación, por ejemplo, de perfiles vinculados a la tecnología-. La solución no parece ser echar gente sin más, sino planificar adecuadamente, incorporar inteligentemente y capacitar.
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Para emprender transformaciones exitosas del Estado es indispensable analizar a fondo cuál es el valor público que genera el sector estatal, algo que algunos discursos en la actualidad desconocen por completo. Las preguntas clave a responder antes de emprender un proceso de transformación son: cuáles son los productos del sector estatal; cuál es su calidad; quiénes son exactamente sus destinatarios; qué mejoras son necesarias en los procesos de gestión; cómo se combina el trabajo del personal estatal con los bienes no personales necesarios (función de producción) para una gestión racional del sector público. Como resultado de este análisis podrían surgir propuestas de transformación.
La conferencia completa se encuentra a disposición en el canal de YouTube del INAP. Agradecemos su difusión.