Enseñar la importancia de evaluar, contra viento y marea
Claudina y Pilar son dos maestras de San José de Chasquivil, Tafí Viejo, Tucumán, que desafiaron al tiempo y anduvieron doce horas a caballo entre barro y neblina para llegar a la alta montaña y tomar la evaluación Aprender a los treinta y dos alumnos que estudian allí.
Teresa es otro ejemplo de compromiso. Para llegar a la escuela asignada y aplicar la evaluación Enseñar, debía cruzar un camino de ripio que se encontraba intransitable. Este obstáculo no la detuvo, buscó un colectivo que la alcanzó hasta la orilla del río donde podía tomar una lancha para cruzarlo. Sin embargo, Prefectura había interrumpido el paso, y la suerte no la acompañaba: su celular perdía la señal. Finalmente, logró cruzar el afluente, caminó más de tres kilómetros, hizo “dedo” y llegó a la escuela a tomar el examen. Perseveró y triunfó.
Claudina, Pilar, Teresa, son tres mujeres docentes que saben que la evaluación diagnóstica es un gran paso para diseñar políticas públicas que permitan mejorar la Educación, insumo básico para el crecimiento del país. Ellas salieron con el alba, y se fueron de la escuela cuando cayó el sol. Cabalgaron más de doce horas para llegar al aula y ver a los chicos expectantes y nerviosos esperando recibir la evaluación. Son esas ganas las que marcan a los chicos, es el ejemplo que ellos miran, y copian ese accionar. Si bien estas historias son excepcionales, los docentes del país entendieron que evaluar es sinónimo de progreso. Cuando algunos pocos eligen poner marcha atrás, olvidan que los docentes tienen en sus manos el futuro, ellas avanzan, ponen primera.
Estas docentes, empoderadoras de conocimiento, son dignas de un homenaje, son merecedoras de nuestro aplauso. Por formar con el ejemplo, con el esfuerzo, y el compromiso la importancia de evaluar. Por poner el cuerpo, por estar presentes, llueva o truene, saltando obstáculos, a pie, en bote o a caballo. Por marcar a fuego al futuro que queremos construir para nuestra querida Argentina.