En el marco de las ejercitaciones finales personal de la Compañía de Cazadores de Monte 18 se desplegó desde su base en Bernardo de Irigoyen hasta proximidades de Puerto Iguazú, lugar donde se llevaron a cabo las actividades.

Mientras los elementos de exploración de la compañía desarrollaban tareas propias de su fracción, el escalón asalto, previa planificación, iniciaba la aproximación a un objetivo militar.

Concluida la primera fase del ejercicio, con la neutralización de un objetivo intermedio, se presentaron otros elementos de juicio, que incluyeron un planeamiento abreviado para la conquista de un nuevo objetivo. Luego, se decidió un punto de partida para el ataque y se completó el concepto de la operación a ejecutar.

Debido a las características particulares del terreno, que presenta vastos cursos y espejos de agua, el personal debió utilizar medios anfibios para realizar la infiltración, alcanzar el nuevo objetivo y continuar con el ataque previsto.

Ya establecidos en la proximidad del lugar seleccionado, las secciones de asalto efectuaron ataques sobre el objetivo, en forma simultánea y desde varias direcciones, aplicando la sorpresa y las técnicas propias a ser empleadas en este ambiente geográfico particular.

Tras la conquista del objetivo, se procedió al repliegue, con una marcha táctica de diez kilómetros hasta alcanzar la localidad de Wanda.

Esta salida al terreno coronó el adiestramiento anual de la Compañía de Cazadores de Monte 18, cuyos integrantes demostraron profesionalismo en la aplicación de las diferentes técnicas particulares y procedimientos de combate, logrando una clara identificación con los valores característicos de los montaraces, como son la abnegación y el espíritu de cuerpo.