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Julio de Caro y la renovación estética del tango

A 45 años de su fallecimiento recordamos a quien marcó uno de los grandes hitos en la evolución de la música rioplatense.

En 1961, Astor Piazzolla junto a su recién estrenado quinteto grabó la que sería una de sus composiciones más difundidas; el tango instrumental Decarisimo. Con esta obra rendía homenaje a quien consideraba su antecesor en el camino de la modernización del género. Julio de Caro fue un pionero, un espíritu inquieto que prefiguró el futuro del tango y orientó las trayectorias de grandes maestros como Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Eduardo Rovira y el mismo Piazzolla, entre otros.

El violinista, arreglador y compositor Julio de Caro

Julio de Caro nació en la ciudad de Buenos Aires el 11 de diciembre de 1899. Su formación musical comenzó tempranamente con la guía de su padre, dueño de un conservatorio en el barrio porteño de San Telmo. Tras un tiempo dedicado al piano abrazó finalmente el violín para hacer sus primeras armas en el mundo de la zarzuela. Pero al igual que a sus hermanos Francisco, pianista, y Emilio, también violinista, recibió el flechazo del tango apenas saliendo de la adolescencia. Eduardo Arolas, Roberto Firpo y Juan Carlos Cobián fueron sus primeras influencias. Primero con la orquesta de Arolas y después con la de Cobián, Julio de Caro comenzó a levantar las primeras ovaciones de su carrera como un intérprete refinado de una música que todavía conservaba cierta aura de bajo fondo.

1924 puede considerarse como un momento inaugural en la historia del tango instrumental moderno. Con un sexteto integrado por él mismo en violín, sus hermanos Francisco en piano y Emilio también en en violín, Pedro Maffia y Luis Petruccelli en bandoneones y Leopoldo Thompson en contrabajo, Julio de Caro irrumpió ese año en la escena tanguera como la encarnación del espíritu renovador de la Guardia Nueva. Sobrado de buen gusto y sensibilidad puso en juego todo su conocimiento académico de la música para deslumbrar con sus propios arreglos de piezas ya conocidas y nuevas composiciones. En un meteórico ascenso de popularidad el sexteto de Julio de Caro cautivó a las audiencias en los locales de tango prestigiosos como el Café Colón, el Vogue´s Club y el Chantecler.

Julio de Caro con su característico violín Stroh

Una marca de estilo de Julio de Caro al frente de su formación fue sin dudas su mítico violín Stroh, más conocido como violín corneta. Con el aspecto de un artefacto salido de la imaginación del vanguardismo futurista de la época, el instrumento fue concebido por el ingeniero alemán Johannes Stroh como una forma variante mejorada del violín tradicional que, según se publicitaba, contaba con un rango de amplificación sonora tres veces mayor. Su inconfundible sonido quedó perpetuado en registros fonográficos de piezas como El monito, Mala junta, Boedo, Berretín, Tierra querida, Loca bohemia y Orgullo criollo, entre muchos otros.

Malajunta, uno de los registros discográficos de Julio de Caro y su sexteto

A lo largo de su carrera Julio de Caro dejó como legado más de 180 grabaciones. Se presentó en escenarios europeos y los más importantes de nuestro país; el Teatro Colón y el Ópera de la ciudad de Buenos Aires. Siempre atento al porvenir supo reconocer el talento en las nuevas generaciones. Impulsó en sus inicios la carrera de cantor de Edmundo Rivero y mostró su admiración por el ímpetu rupturista de Piazzolla dedicándole el tango que lleva su nombre.

Julio de Caro falleció el 11 de marzo de 1980 en la ciudad de Mar del Plata. El latido de su sexteto atravesó el tiempo para, aún hoy, seguir inspirando la evolución del tango.

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