Presidencia de la Nación

La experiencia de ser becario en España durante la pandemia

Franco Vasile es investigador de la Universidad Nacional del Chaco Austral y obtuvo la beca del Ministerio de Educación y de la Fundación Carolina para estudiar en España. Viajó en 2020 y aquí cuenta las peripecias y todo lo que pudo aprender en tan particular viaje de estudios.

"Aterricé en Palma de Mallorca el día 2 de un marzo que sería inolvidable para mí y para la humanidad. Después de numerosos intentos por conseguir una beca que me permitiese realizar una estancia de formación en Europa, se daba la gran posibilidad de hacerlo... sin saber que estaría marcada por una pandemia y por numerosas anécdotas que hicieron que este viaje fuera único e irrepetible.

Valeria es una investigadora chaqueña, más precisamente saenzpeñense, que vive en España. En uno de sus regresos al pago, visitó la Universidad Nacional del Chaco Austral, donde yo había organizado un encuentro en el que ella nos contaría sobre su trabajo de investigación en la Universidad de las Islas Baleares. Tras haber estado aquí, y por ser ambos del mundillo de la ciencia y la tecnología de alimentos, conservamos un diálogo ameno que formalizamos con cartas de intención de colaboración entre nuestros grupos de investigación.

No pasó mucho tiempo hasta que surgió la oportunidad de presentarme a una convocatoria del Ministerio de Educación de la Nación y de la Fundación Carolina para investigar en España. Obtuve la beca y Valeria sería la anfitriona en la Universidad de las Islas Baleares. El plan de trabajo era de tres meses y buscaba aprovechar la experiencia de ambos grupos: estudiar la aplicación de los ultrasonidos de potencia (tema en el que son expertos allá) en la formulación de ingredientes/alimentos saludables (tema en el que trabajamos aquí). Definida la idea y desarrollado el plan, propuse viajar entre marzo y mayo, esquivando el frío del invierno europeo. Y así fue.

Durante la primera semana, organizamos las tareas en el laboratorio y encargamos los reactivos que íbamos a usar. Ese fin de semana preferí reponerme del viaje y terminar de acomodarme. Pensé que tendría varios fines de semana por delante para salir y conocer los alrededores. No sabía que ese fin de semana y varios más estaría en cuarentena estricta, sin poder salir a ningún lugar. Inicialmente fueron siete días, luego quince y la historia ya la conocemos.

Inmediatamente nos dieron la posibilidad de regresar a Argentina, pero... ¿cómo podría volverme sin haber cumplido mi meta? En mi mente regresar era una idea cobarde y hasta posible motivo de descalificación en futuras convocatorias. Por eso mismo, decidí esperar heroicamente, esperar que todo pase. Desde mi ventana veía cómo días enteros de profundo silencio se interrumpían solo por los aplausos en reconocimiento a los trabajadores sanitarios.

Éramos varios los becarios y becarias argentinos varados en distintos puntos de España que nos reuníamos para acompañarnos en grupos de WhatsApp que contribuían a la confusión generalizada. La situación era desesperante, pero aun más imprevista, pues nadie sabía cómo iba a terminar. Viviendo los días desfasado, siguiendo los horarios de Argentina por el contacto con los afectos, así transcurrí marzo y abril.

Finalmente, recibí la buena noticia: los estudiantes extranjeros podríamos regresar al laboratorio bañados en alcohol sanitizante y con un permiso especial para terminar (y en mi caso iniciar) las tareas pendientes. Con gran disponibilidad de equipamiento y espacio, comencé a desarrollar el plan de trabajo. Realicé con éxito los primeros ensayos de caracterización y todo marchó muy bien.

Mientras tanto, mi pasaje de regreso se mantuvo “activo”. La cancelación del vuelo añadió una nueva dimensión al problema: tenía que ingresar a la lista de personas que debían ser repatriadas por la Cancillería Argentina y esperar a que me llamen de un día para el otro. El teléfono podía sonar mañana o el mes que viene. Había que realizar ese trámite cuanto antes.

Los ensayos en el laboratorio se pudieron realizar prácticamente a diario y así logré seguir la investigación. En ese tiempo comenzaron a habilitar franjas horarias por edad para salir a dar una vuelta por la zona, en un radio acotado. Así me pude desviar del trayecto habitual que hacía para ir a la universidad o al supermercado, y descubrí el barrio en donde me estaba quedando. Era hermoso de verdad.

Ante el llamado de la Embajada Argentina preparé mi valija y salí con inmediatez. Primero desembarqué en Barcelona y luego en Ezeiza. La llegada al Chaco es motivo de otro capítulo.

Lo importante es lo que aprendí y muchísimo. Los resultados del trabajo fueron fructíferos y hasta pude publicarlo en una revista de alto impacto. Traje ideas, algunas de ellas ya se están implementando en mi grupo de investigación.

Como formador de jóvenes investigadores sigo alentando a que mis estudiantes viajen, como investigador sigo buscando oportunidades para viajar. La riqueza y el valor de este tipo de intercambios marcan un antes y un después, con efectos muy positivos en la formación de los investigadores. En mi caso fue la concreción de un etapa de mi carrera muy anhelada."

Para conocer más sobre la Beca de Movilidad de Profesorado Argentino en España Ministerio de Educación de la Nación-Fundación Carolina accedé aquí.

Créditos: Fotografías de Franco Vasile.
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