El Submarino ARA “San Luis”: acciones sigilosas
El 11 de abril de 1982, al mando del Capitán de Fragata Fernando Azcueta, el Submarino ARA “San Luis” zarpó desde la Base Naval Mar del Plata con rumbo sur. Seis días más tarde, hizo estación en el Golfo San Jorge. Su tripulación detectó que la computadora de control tiro presentaba fallas, lo que significaba que, en caso de combate, los torpedos solo podrían dispararse con el control manual de emergencia. A pesar de ello, el 28 de abril ingresó en su área de patrulla, al norte de la Isla Soledad.
El 1º de mayo, los sonaristas del “San Luis” advirtieron rumores hidrofónicos de buques de guerra. El Capitán Azcueta ordenó cubrir puestos de combate y, pasadas las 10:00, se efectuó el lanzamiento de un torpedo SST-4 sobre un blanco clasificado como un destructor. Cuatro minutos más tarde el submarino perdió contacto con el torpedo y no se escuchó ninguna explosión. El ataque no fue exitoso, pero el submarino no fue detectado tras esa maniobra.
La réplica enemiga llegó a las 13:00 con un torpedo antisubmarino lanzado desde un helicóptero británico. La agresión fue evadida y el submarino argentino emprendió su derrota hacia las costas malvinenses. Tres horas después, encontró refugio en un fondo pedregoso, donde aguardó en total silencio mientras los británicos continuaban con su búsqueda y atacando con cargas de profundidad.
Pasadas las 21:00 del 1º de mayo, la hostilidad británica mermó, por lo que el “San Luis” pudo emprender nuevamente su navegación hacia aguas abiertas. La misma fue interrumpida cuando se reanudó el ataque inglés sobre la unidad argentina, que buscó el fondo de nuevo, dando inicio a una de las situaciones de guerra más difíciles para cualquier combatiente: operar en silencio.
Luego de una semana patrullando, el 8 de mayo la unidad detectó otro rumor hidrofónico y minutos antes de las 22:00 lanzó un torpedo antisubmarino MK–37. El disparo explotó y el blanco cambió el rumbo hacia la costa. Dos días después, el “San Luis” interceptó la trayectoria de una nave enemiga y, en la madrugada del 11 de mayo, el Capitán Azcueta ordenó el disparo de un torpedo SST-4. Si bien no hizo impacto, las naves enemigas se retiraron del lugar sin intentar ningún contraataque.
El Comandante emitió un mensaje a su comando superior dando cuenta del comportamiento errático de este último torpedo, pese a contarse con excelente información del blanco y una posición inmejorable para efectuar el disparo, concluyendo que el sistema de armas no era confiable. Esto produjo que reciba la orden de regresar a puerto.
El 19 de mayo, luego de 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión (equivalente a 36 días), el submarino ARA “San Luis” llegó a la Base Naval Puerto Belgrano con el objetivo de reparar la computadora de control de tiro y reabastecer la nave. Sin embargo, el cese de las hostilidades entre Argentina y Gran Bretaña el 14 junio impidió su regreso al Teatro de Operaciones.
A pesar de la falta de efectividad de los torpedos del “San Luis”, la actuación en combate del submarino causó conmoción en los altos mandos de la flota británica, ya que, aunque contaba con los más modernos y poderosos medios para la detección submarina, nunca pudieron localizar al sigiloso submarino argentino.