Testimonio de Juan Serra, ex trabajador del INTI sobreviviente del terrorismo de Estado
2023: 40 AÑOS ININTERRUMPIDOS DE DEMOCRACIA. A pocos días de cumplirse un nuevo aniversario del Operativo Independencia, toma la palabra Juan Serra, ex trabajador del centro regional de Tucumán, quien fue detenido durante 7 años en el marco del operativo represivo militar de 1975.
El Operativo Independencia, fue un plan represivo que el Ejército llevó adelante en la provincia de Tucumán en el marco del Decreto Nº 261/75 (del 5 de febrero de 1975) con el objetivo de “aniquilar” a las organizaciones establecidas en el monte tucumano. Fue en este contexto cuando, un 9 de febrero, se produjo la ocupación militar con el desembarco de 1.500 soldados y el establecimiento del Comando Táctico de Acdel Vilas en la Comisaría de Famaillá, para “combatir a la guerrilla”.
Las fuerzas se instalaron principalmente a lo largo de la ruta 38 y la población civil quedó dentro del territorio militarizado. “La Escuelita” de Famaillá, que en ese entonces era una escuela rural cuya construcción no había sido terminada, fue la sede del primer centro clandestino de detención del país. Allí estuvieron secuestradas alrededor de 3.000 personas.
El Operativo Independencia resultó en el secuestro y asesinato de miles de obreros, estudiantes, docentes, militantes sociales, políticos y de familiares que buscaban a sus seres queridos desaparecidos y, por los métodos empleados, se considera como el inicio de la represión clandestina que se llevaría adelante de manera sistemática en la Argentina a partir del golpe de Estado iniciado el 24 de marzo de 1976. En este sentido y en el marco de los 40 años del retorno a la democracia es pertinente dar lugar a aquellas voces que experimentaron la represión del Estado Terrorista para reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro. En este camino, compartimos algunas palabras de Juan Serra, ex trabajador de INTI Tucumán, quién fue víctima del operativo ejecutado en Tucumán durante los primeros meses de 1975.
Por aquellos años Juan era estudiante de la carrera de ingeniería y dirigente de la juventud peronista. Cuando fue detenido, el 18 de marzo, estaba con un grupo de compañeros de la facultad. Primero los llevaron a la jefatura de la policía y, luego de dos días y una causa armada de por medio, fue “blanqueado” y puesto a disposición del Poder Ejecutivo. Allí comenzó su calvario: fue trasladado 8 veces, durante 7 años a cárceles nacionales: en Tucumán, Chaco, Devoto, otra vez Chaco, Rawson, La Plata, Caseros y nuevamente La Plata.
Recuperó su libertad en 1982, libertad que fue vigilada por sus captores hasta fines de 1982. Juan es un sobreviviente del terror y en contexto de democracia pudo dar su testimonio como sobreviviente en juicios de lesa humanidad.
“Cargas de guerra”, por Juan Serra
Fue mi primer viaje en avión. Tenía 23 años y la certeza de que el mundo era complicado pero que aún podía agarrarlo con la mano, acercarlo a los ojos y observarlo con amor, sonreírle y soñarlo mejor, siempre mejor.
Nunca había viajado en avión. Al tren del Norte lo conocía de memoria, adoraba sus camarotes, sus pasillos, su comedor, el temible fuelle de paso entre un vagón y otro, las estaciones bulliciosas y hasta los tornillos y tuercas gigantes de las locomotoras que llevaba a casa para jugar. Pero lo aéreo no era lo mío (...) y al sur fuimos.
Llegamos al aeropuerto muy temprano. Varios vehículos estacionaron en la pista y comenzamos a bajar. No recuerdo si había sol, tampoco si corría viento. Éramos más de cien y fuimos formando una larga fila. Al Palo y al Humberto no los podía ver pero seguro estarían cerca: habíamos salido juntos.
Bajamos todos y los camiones de transporte quedaron vacíos. Los choferes comenzaron a maniobrar hasta dejar los vehículos haciendo un semicírculo que impedía ver lo que ocurría en la pista. Cuando se pararon los motores nadie hablaba. Nosotros no nos animábamos a preguntar. Los otros, los que nos custodiaban, actuaban como si se tratara de un ejercicio ya ensayado. Se movían rápido, sin improvisar, seguramente comunicándose por señas.
Nosotros no hacíamos nada. Ellos se habían dividido las tareas: los encargados de asegurar que todo esté seguro y bien atado y los pateadores, que practicaban sus artes marciales golpeándonos desde la cara hasta los tobillos.
El último control fue el más prolijo: verificaban que el lazo, el nudo y la piola que nos habían puesto a cada uno sobre la cabeza no lastime el cuello, que ajuste sobre la camisa sin tocar la piel, que no deje marcas. Esa fue la tarea que más tiempo les llevó. También debió ser la más cómica porque no dejaban de reír.
Cuando terminaron de ajustar mi soga recién tomé conciencia de lo que estaba pasando. Sentí que ya no era el mismo. Había dejado de ser un joven con futuro. Como si hubiera cumplido veinte años más, me imaginé un viejo caminando hacia el final de una historia que recién empezaba. Ayer era todo bullicio, juventud, alegría, asambleas, pintadas. Ahora me estaba preparado para la muerte. Y todavía no podía saber dónde estaban el Palo y el Humberto.
Mucho tiempo después con el Humberto pudimos reconstruir este viaje que fue un traslado de presos políticos durante el gobierno militar de los años setenta. Un viaje desde el Norte hacia el Sur. El Palo ya no estaba para ayudarnos con su buena memoria: lo habían asesinado en otro traslado (...)
Fragmento de "Cargas de Guerra" escrito por Juan Luis Serra