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Pacientes y trabajadores a salvo de las radiaciones ionizantes

La CNEA posee un laboratorio acreditado para calibrar instrumentos de radioterapia y radioprotección, como los dosímetros, que miden las dosis que una persona recibe durante un determinado período.

Para minimizar los riesgos que puede producir la exposición a las radiaciones ionizantes, es fundamental llevar un monitoreo de los instrumentos que se utilizan para medirla, así como también de los equipos que la emiten, por ejemplo, un equipo de radioterapia para tratar el cáncer.

Las radiaciones ionizantes son aquellas que propagan la energía suficiente como para desprender un electrón de los átomos de los materiales que atraviesa, produciendo en ellos cambios en sus propiedades. Las radiaciones alfa, beta y gamma, los rayos X y los neutrones son ejemplo de radiaciones ionizantes y sus efectos pueden aprovecharse tanto en medicina como en la industria.

La medicina nuclear, por ejemplo, las utiliza tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de enfermedades. Actualmente, existen diferentes técnicas de detección con radiaciones que permiten observar distintos órganos de una manera no invasiva. Es el caso de las radiografías de rayos X, la tomografía computada, la mamografía, el centellograma y la tomografía por emisión de positrones (PET).

En tanto, para el tratamiento del cáncer una de las técnicas más utilizadas es la radioterapia, que consiste en depositar en la zona del tumor una dosis determinada de radiación que logre destruir las células cancerosas y, al mismo tiempo, evitar que esa radiación dañe los tejidos sanos circundantes.

Por ello, el valor de dosis entregado en radioterapia a un paciente es crucial, ya que una dosis superior al 5% de la dosis prescripta puede afectar y comprometer tejidos u órganos sanos y una dosis inferior en un 5% del valor prescripto puede llevar al fracaso del tratamiento, porque no se produce el efecto deseado sobre el tumor.

Por estos motivos, es fundamental determinar con gran precisión la tasa de dosis en los haces de radiación de los equipos utilizados en tratamiento oncológico por radioterapia. Esto se logra con un artefacto llamado dosímetro o detector de radiación, el cual debe estar previamente calibrado contra un patrón nacional de referencia trazable a un patrón primario.

La calibración de estos dosímetros y de los equipos de radioterapia, entre otras tareas, está a cargo del Centro Regional de Referencia para Dosimetría (CRRD), que funciona en el Centro Atómico Ezeiza de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Trabajar en ambientes seguros

Para los trabajadores ocupacionalmente expuestos a radiaciones ionizantes existen valores límites de dosis aceptados, los cuales se monitorean a través de los monitores de radiación y los dosímetros personales. Estos deben estar previamente calibrados y deben ser trazables al Sistema Internacional de Unidades. Gracias a la labor del CRRD de la CNEA es posible mantener la trazabilidad de la referencia dosimétrica de los instrumentos utilizados en el ámbito de protección radiológica (detectores de radiación portátiles y personales).

Bajo el paraguas internacional

El CRRD está equipado con patrones secundarios para dosimetría y es el único laboratorio de estas características en el país, capaz de brindar la referencia metrológica nacional para Radioterapia, Radioprotección y Dosimetría de Altas Dosis.

Además, pertenece a la Red Internacional de Laboratorios Secundarios de Calibración Dosimétrica del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta Red fue creada para contribuir, entre otros propósitos, a la determinación precisa de la dosis de radiación que se entrega a los pacientes durante los tratamientos del cáncer por radiaciones ionizantes y fines de protección de las radiaciones.

Otros usos de las radiaciones ionizantes

Además de sus usos en medicina, a nivel industrial, una de las aplicaciones más importantes es la irradiación de objetos con el fin de esterilizarlos, desinfectarlos, desinsectarlos o modificar sus propiedades. Es el caso de la irradiación de alimentos para eliminar los microorganismos, como hongos y bacterias, o para extender su vida útil y que perduren en buen estado por más tiempo. También pueden usarse estas radiaciones para esterilizar prótesis, tejidos para implantes y materiales de uso médico (jeringas, sondas, gasas).

Otro ejemplo es la aplicación de radiaciones ionizantes para transformar los polímeros que componen ciertos materiales, como los plásticos, y otorgarles características especiales (como mayor resistencia al calor y la tracción).

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