Acerca de la remediación ambiental de la minería del uranio
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) es responsable de la remediación ambiental de aquellos sitios en los que se desarrollaron actividades de la minería del uranio, tal lo que establece la Ley N°25.018, de Régimen de Gestión de Residuos Radiactivos.
El objetivo es gestionar los pasivos ambientales -controlados a través de exhaustivos monitoreos ambientales y radiológicos- como rocas, colas de mineral, aguas residuales, a través de técnicas, metodologías y procedimientos de vanguardia para la remediación de sitios donde se realizaron actividades minero fabriles vinculadas a la extracción y/o purificación del uranio.
El uranio -un elemento natural, presente en la corteza terrestre- se utiliza como combustible para los reactores de investigación y producción de radioisótopos, y para las centrales de generación eléctrica. Argentina cuenta con ambas clases de instalaciones: 5 rectores en funcionamiento (el RA0, el RA1, el RA3, el RA4 y el RA6) y tres centrales en operación (Embalse, Atucha I y Atucha II), además de un reactor en construcción (el RA10) y una central modular de generación de nucleoelectricidad (el CAREM) cuyo prototipo se está construyendo también.
Para concretar la fabricación de los combustibles nucleares, sea para reactores de investigación o para centrales nucleares, es preciso contar con uranio. Una vez extraído el uranio, se lo somete a diversos procesos químicos que convierten al mineral en dióxido de uranio de la pureza necesaria para los combustibles nucleares.
Todas estas actividades (las de prospección y extracción del uranio, así como las de su purificación y la fabricación de los combustibles nucleares y su posterior utilización para generar energía eléctrica o para fabricar radioisótopos para la medicina nuclear) integran lo que se denomina “ciclo del combustible nuclear”. Pocos países en el mundo poseen las capacidades y el know how para el dominio del ciclo completo. Argentina es uno de ellos.
La minería del uranio se vale del proceso de lixiviación, por el cual el uranio se disuelve en una solución química como ácido sulfúrico o carbonato de sodio. De este proceso surgen distintos residuos, entre ellos los estériles, los marginales y las colas de mineral.
Se llama estériles a las rocas que, por no contener suficiente mineral para ser procesadas, se descartan.
Los residuos marginales son los que contienen pequeñas cantidades de metales valiosos, pero cuya extracción no resulta económicamente viable.
Por último, las “colas de mineral” son los residuos que quedan luego de la disolución química del uranio. Las colas de mineral suelen ser una mezcla de residuos sólidos y líquidos de aspecto similar a la arena, de la que ya se ha extraído la mayor cantidad posible de uranio.
Para garantizar la protección del ambiente y de las generaciones presentes y futuras, la CNEA –a través del PNGRR- lleva adelante una amplia caracterización ambiental en 6 provincias de la Argentina con yacimientos uraníferos (Mendoza, Córdoba, San Luis, La Rioja, Salta y Chubut), y realiza la ingeniería de remediación de los pasivos ambientales de acuerdo a las características de cada uno de los sitios.